miércoles, 3 de septiembre de 2008

Plataforma Ava Gardner Nunca Mais

Apenas se ven señoras como las de antes: mozas de bandera a cuyo paso temblaba el suelo y se cortaban las respiraciones masculinas. En vez de Sophías Lorenes, Graces Kellys y otras espléndidas hembras homologadas como tales, lo habitual hoy es toparse con adefesios patosos, lorzas sudorosas y fulanas ordinarias, espatarradas y con chanclas. Y a mis primas les ha sentado mal, sobre todo lo de las lorzas. El error básico está en considerar que, cuando describo a una morsa con pantalón pirata ceñido, lorzas relucientes de grasa y camiseta sudada, me refiero al contenido, y no al continente. Quien deduzca burla o desprecio hacia las individuas abundantes es, literalmente, tonto del haba. De entrada, se equivocan las mujeres seguras de que a los hombres nos gustan las churris esmirriadas, tipo Calista Floja o Paulina Rubio. A ver si no confundimos las cosas. Ésas le gustan a Galiano –que se viste de torero–, al simpático muchacho Lagerfeld y a alguno más, hipócritas aparte. En materia carnal –lo intelectual y lo afectivo son otra cosa–, la mayor parte de los varones normalmente constituidos, por mucha literatura y mucho alpiste que echen al canario, prefiere una señora de rompe y rasga, en cuyas gloriosas caderas no se ponga el sol. Y es lógico. También, a fin de cuentas, lo que de verdad hace que a una hembra le tiemblen las piernas –se pongan las feministas como se pongan– no son los quesitos desnatados que van de malotes, ni los charlatanes lánguidos, sino los hombres cuajados con resabios del cazador y el guerrero que fueron hace siglos. Los que dejan las sábanas arrugadas debajo de una.
No se trata, por tanto, de gordas y flacas. Como afirma el título de una película, las mujeres de verdad tienen curvas. La cuestión reside en el empaquetado. Lo que no puede pretender una pava metida en kilos –y conozco a algunas que son señoras espléndidas– es meterse en una camiseta tres tallas más pequeña, ponerse un pantalón pirata que deje la raja del tanga al descubierto y rebose chicha por los flancos, no ducharse en dos días, y que encima la llamen guapa. Y si a eso añadimos la ordinariez que tanto abunda, la mala educación, la ausencia absoluta de maneras y la imitación de cuanta retrasada mental aparece en la tele dándoselas de señora, el resultado es inevitable: desagradables tocinos sin fronteras que se creen divinas de la muerte, marmotas domingueras que no saben ponerse tacones cuando lo intentan, y tías vestidas, los días de boda, con vestido largo a las diez de la mañana, como si vinieran de cerrar un puticlub de los de antes.Para acabar, otro argumento: el de la eriza que escribe preguntando por qué diablos, si pasa el día en el curro, vuelve hecha polvo y trae a los niños del cole, tiene que vestirse de Ava Gardner en vez de ir cómoda. Aparte de la dudosa comodidad de vestir embutida como una morcilla, la respuesta es simple: no tiene por qué. Nadie la obliga, y lo de doña Ava es sólo una forma de hablar. Pero que no me exija respeto con su camiseta ceñida y sucia, su tripa al aire, su impúdico mal gusto y su desvergüenza, como tampoco me gusta el fulano de axilas sudadas, piernas peludas y chanclas que encuentro en la calle. Vestidos para matar o para ver la tele en casa, se trata de buenas maneras, nada más. En varones o hembras, esas maneras sólo pueden darse por tres motivos: genética, educación o esfuerzo personal. La plataforma Ava Gardner Nunca Mais permitirá, al menos, que quienes conocemos a mujeres capaces de combinar trabajo, casa y cole de los niños con saber cruzar las piernas, usar tacones cuando se tercia, llevar un vestido, o quitárselo, las prefiramos al resto. A una señora digna de ese tratamiento debería bastarle una tarjeta de boda como la que una amiga mía envió este verano a sus invitados: «Caballeros, sin corbata. Señoras, como Dios manda».

5 comentarios:

Lorenita. dijo...

Muy bueno, realmente bueno, de verdad, confiaba que tenías que ser bueno, ahora lo afirmo.
un besazo y suerte con tu blog.

Anónimo dijo...

http://www.rebelion.org/noticia.php?id=56752

A ésta, Alicia Martinez, no le gustó tanto el artículo como a ti, Lorena.

A fin de cuentas , la pobre Alicia , seguro que es una "malfollá".

Manuel Carlos dijo...

Ya vi la opinón de Alicia Martínez, muy respetable, pero creo que no entiende lo que Pérez Reverte cuenta (no lo que describe) en realidad. En cuanto a tu opinión de "malfollá", dudo que esta "torda canónica" folle nunca.
Jalabert, aún recuerdo aquella mítica etapa del Tour, ibas dopado verdad?

Anónimo dijo...

Hasta las cejas , Manolo, hasta las cejas.

yurena dijo...

Mi opinion es k tiene razon en algunas cosas..pero yo creo k ni todas las mujeres son adefesios patosos,lorzas sudorosas,churris esmirriadas y fulanas ordinarias espatarradas y con chanclas(que por cierto a mi me encantan).Pero tampoco creo k todas las mujeres sean capaces de combianar trabajo,casa, cole de los niños y saber vestir en cada momento.Tiene k haber de todo en este mundo,y al k no le guste la cruda realidad k busque,compare y si encuentra algo mejor,k lo compre!!!!!

animo con tu blog y k tengais suerte en encontrar vuestra Ava Gadner....

un saludo,bss